¡Hola a tod@s!

¿Qué es y dónde está Hakone?

Hakone es una ciudad ubicada alrededor del lago Ashi (o Ashino) perteneciente al distrito de Ashigarashimo en la prefectura de Kanagawa. Solo se encuentra a unas horas de Tokio por lo que es la excursión perfecta para conocer el Japón tradicional y los onsen con agua volcánica natural. Antiguamente, durante el periodo Meiji, el emperador instaló su villa de verano (Villa Imperial Miyanoshita) a orillas del lago Ashi para disfrutar de la tranquilidad, las vistas (destacamos la del Monte Fuji) y placeres de Hakone. A día de hoy esta villa se ha convertido en un anexo del Hotel Hakone Fujiya ¿Te entran ganas de descubrir esta preciosa ciudad? Quédate que te lo cuento.

Mi experiencia en Hakone

La llegada a Hakone fue un poco accidentada. Llegamos desde Kyoto con el shinkansen directo a la estación de Odawara. Desde allí existen varias opciones para llegar a Tonosawa, que es donde se encontraba el Ryokan, ir en tren (con trasbordo) o ir en bus. Nosotros optamos por la opción de coger el autobús ya que hay una línea directa que dejaba en Tonosawa, justo en la acera de enfrente del ryokan y tardaba (supuestamente) 20 minutos en llegar, así que ni nos lo pensamos. ¡GRAN ERROR! Justo antes de llegar a Tonosawa se encuentra la estación de Hakone Yumoto (quedaos con este nombre). Esta estación es donde se hace el trasbordo de los trenes “normales” (por llamarlos de alguna manera) y los trenes de Hakone (que son unos trenecitos preciosos y súper antiguos que suben por las montañas atravesando túneles muy pintorescos). Bueno, esta estación se encuentra en la ladera de una montaña y la estación se alza en vertical junto dicha ladera. La carretera, que pasa junto a la estación, solo tiene un carril de ida y otro de vuelta. Teniendo en cuenta que hay una calle comercial llena de peatones comprado souvenirs y comida tradicional de la zona, carreteras que se unen a la principal para ir a la estación (que repito, es la principal de la zona) os podéis imaginar cómo se pone eso… bueno pues tardamos una hora y media en llegar y el atasco era en ambos sentidos. En ese tiempo podríamos habernos echado el macuto a la espalda y haber llegado andando prácticamente, pero para la próxima ya lo sabemos. Compensa coger el tren, hacer el trasbordo en Yumoto y coger el trenecito a Tonosawa. Y ahora os voy a recomendar fervientemente el Hakone Free Pass, nuestro segundo GRAN ERROR al no cogerlo a pesar de todas las recomendaciones de la gente local.

Con la lección “aprendida” seguimos en ruta. Nuestro ryokan era Fukuzumiro, un lugar espectacular que os enseñaré un poco más abajo. Nuestra reserva en el ryokan incluía cena y desayuno tradicional en la habitación, así que lo dejamos todo arreglado con la reserva hecha y nos fuimos a ver las fumarolas de azufre de Owakudani y posteriormente a un rotenburo (un tipo de onsen  al aire libre) con vistas al Monte Fuji para luego volver a Fukuzumiro.

El valle del infierno: Owakudani

Para llegar a Owakudani hay que a coger el tren (en nuestro caso) en Tonosawa y bajar en la estación Gora donde se compra un billete para el funicular que nos deja en la estación del teleférico y de ahí llegar a las fumarolas del volcán. La zona es muy montañosa y los volcanes siguen activos por lo que el transporte es muy irregular y cuando el volcán expulsa azufre en exceso cortan el acceso a las fumarolas de Owakudani, de hecho, te dan una máscara húmeda para cubrirte nariz y boca que sirve para atrapar parte el azufre que hay en el aire y así evitar intoxicaciones.

Owakudani es famoso por los kuro-tamago (literalmente “huevos negros”). Se trata de huevos cocidos en el agua cargada de azufre que expulsa el volcán. La cascara del huevo reacciona al contacto con este agua y se vuelve negra, pero por dentro es un huevo cocido normal y corriente. Existe la creencia popular de que si te comes un huevo cocido en el cráter de Owakudani tu vida se alargará 7 años, pero esta creencia dice que la inmortalidad es imposible de conseguir y no se puede alcanzar comiendo kuro-tamago por lo que no se pueden comer más de dos. ¡Obviamente me tuve que comer uno! Ahora tengo 7 años más para descubrir el mundo 🙂

En Owakudani también se encuentra el templo de Enmei-jizo que la leyenda cuenta que apareció tras la plegaria de Koubou Daishi a Bodhisttava ya que durante su peregrinación llegó a Owakudani y le pareció una escena infernal donde la gente sufría y de esa plegaria, hace 1000 años, apareció Enmei-jizo. Esta deidad es conocida por ser la deidad de la longevidad, por lo que la gente suele ir a rezarle cuando acaban de tener hijos para pedirle que les guíen en el proceso de criar a sus hijos y para que tengan una larga vida. Nosotros no pudimos acceder porque el volcán expulsaba demasiado azufre y cerraron el paso.

Otra vista interesante es la que se ve desde el lado opuesto, donde está el parking, y es que en días despejados (y creedme, es complicado…) se ve el Monte Fuji de manera espectacular. La vista es preciosa para echar un par de fotos, si tenéis suerte y se deja ver porque es extremadamente tímido.

De relax en un Rotenburo con vistas al Monte Fuji

Nuestra siguiente parada fue el Hotel Green Plaza Hakone por su rotenburo con vistas al Monte Fuji (lo vi en google y dije “¡necesito ir, aunque sea lo último que haga en la vida!”).  Para los interesados, este se encuentra en la parada de Ubako con el teleférico. Tened en cuenta que en esta parada no se baja casi nadie a no ser que vayas a algún onsen y por lo general la gente baja hasta el lago con el teleférico. De hecho, en Ubako no abren ni las puertas a no ser que avises al de seguridad que te quieres bajar allí y en medio de la montaña no habla inglés ni el tato, así que imaginaos lo gracioso que fue.

La entrada al rotenburo del hotel no es gratuita. Cuando fui costaba ¥1600 (algo menos de 15€) e incluía acceso ilimitado a sus onsen con sake bien fresquito, toallas, uso de duchas (estilo japonés) con todo lo necesario, taquillas y tocador con cremas y otros accesorios. Fue un capricho, pero la experiencia merece la pena y salimos súper relajados. Ademas, al salir, el monte fuji se despidió de nosotros por todo lo alto.

Vistas desdee el onsen femenino

Noche en Fukuzumiro

El regreso al Ryokan Fukuzumiro fue una odisea. El teleférico cerró (perdí mucho tiempo haciéndole fotos al Monte Fuji), el bus que solo pasa una vez cada hora no pasó, y llegamos tarde a la cena, pero llamamos y nos esperaron. El alojamiento fue un ryokan tradicional con onsen. La verdad es que fue toda una experiencia alojarse en un lugar tan carismático como ese. La cena fue espectacular con mayúsculas, como era de esperar de un ryokan de la categoría que tiene Fukuzumiro  y el mochi que dan de postre es de lo mejor que he probado en la vida. Aprovecho para dejaros unas fotos y vídeos del sitio para que os hagáis una idea. 

1er plato

Video 1: Nuestra habitación en Fukuzumiro

Video 2: Fukuzumiro

Visitando Hakone

Al día siguiente teníamos el regreso a Tokyo, pero no nos podíamos ir sin antes bajar al lago Ashi y visitar el santuario Hakone y el checkpoint. Hakone jinja es un santuario shintoista a orillas del lago Ashi escondido en la densidad del bosque y la entrada es gratuita. Su característico torii naranja a orillas del lago es un gran atractivo y casi imposible de fotografiar sin gente a no ser que madruguéis mucho. Aunque a mi me resultó mucho más llamativo el temizuya (fuente de ablución) del santuario ya que los santuarios shintoistas, por lo general, son bastante austeros puesto que dicha religión venera los fenómenos naturales y dioses que representan a la naturaleza, por eso los templos originales y más fieles a la religión usan solo madera natural sin tratar ni pintar, así que es bastante curioso ver que el temizuya está hecho con 8 cabezas de dragones. Existe un segundo santurario, el Mototsumiya (santuario original) que se alza en la cima de uno de los picos de Monte Hakone. Se puede subir en teleférico, pero optamos por quedarnos junto al lago.

La siguiente y última parada en Hakone fue una tienda de cajas puzzle (himitsu-bako) típicas de la zona. Para llegar hay que atravesar el checkpoint que es una reconstrucción del puesto de control fronterizo original perteneciente al periodo Edo. Este era uno de los principales de la carretera de Tōkaidō que unía Tokyo y Kyoto. Nosotros no entramos a visitarlo pero si lo atravesamos. La entrada cuesta ¥500 (¥400 con el Hakone Free Pass). La tienda de cajas puzzle se encuentra en una zona comercial con muchos souvenirs tradicionales de la zona y tiendas/museo de cajas puzzle artesanales. No son precisamente baratas, pero son un souvenir preciosos y original para los que quieran salir de los tópicos. Yo me llevé 5 cajas y a todo el mundo le encantó. Si no queréis pagar el precio del as artesanales (que son carísimas), en las tiendas de souvenirs tienen las mismas hechas en cadena a precios mucho más competitivos.

Por si os interesa ver cómo se hacen estas maravillas de madera, os dejo un mini video de como se hacen las cajas puzzle con la técnica del yosegi aquí.

Finalmente, “intentamos” (sin mucho éxito) coger un autobús para volver a la estación de Yumoto con la intención de volver a Odawara y poner rumbo a Tokyo. Los autobuses… mejor ya no digo nada, fuimos en temporada baja (muy baja) y eso era una odisea, caro, mal organizado y con poca frecuencia. En la parada solo estábamos nosotros y una pareja y vimos pasar 3 autobuses que no nos cogían porque ya estaban llenos. Tuvimos que caminar de vuelta para poder coger el autobús unas paradas antes de que se llenase. Para llegar a Yumoto, como siempre, ¡atasco! Nuestra intención era llegar a Tokyo a media mañana y llegamos prácticamente para cenar.

El sitio me pareció una maravilla, pero es un caos total y absoluto. En nuestro ryokan nos recomendaron coger el Hakone Free Pass, y como solo íbamos a ir al volcán, al onsen y al lago, no nos pareció necesario gastarnos 40€ en un pase para el transporte que casi no íbamos a usar porque además incluye el paseo en barco pirata por el lago al que no tenía ninguna intención de subir porque soy de esas que se marean mucho, ¡mucho!… Bueno pues ¡nos gastamos más! Si vais a Hakone por vuestra cuenta coged el Hakone Pass, no os lo penséis, os ahorráis disgustos, colas, y el sentimiento de sentiros un poco estafados con el transporte. En serio, yo pienso volver, pero sin duda con el Hakone Pass bajo el ala, no volvería de otra manera.

¿Que os ha parecido esta remota pero interesantísima zona de Japón? ¿Habéis estado? Si es así, ¿a vosotros que os pareció?

Ya sabéis que ante cualquier duda podéis escribirme y hacerme vuestra consulta por email. 🙂

Ja ne!
Lidia

 

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