¡Hola de nuevo a todos!
Si aún no habéis visitado Mallorca ¿a qué estáis esperando? Mallorca no es simplemente sol, playa y guiris borrachos.
La capital de las Baleares, apodada “la isla de la calma” por Santiago Rusiñol allá por 1913, es la mayor de las 5 islas que forman el archipiélago balear. Con 555km de costa, la isla cuenta con infinidad de playas y calas de todas las formas y colores, sierra, llanura, acantilados y una historia que se remonta hasta la prehistoria, pasando por los antiguos romanos, moros, la reconquista durante la edad media, maravillosas muestras arquitectónicas del modernismo catalán y un sinfín de cosas que os podría contar, pero que mejor vayas a ver con tus propios ojos.
La isla, aunque pueda no parecer grande, tiene mucho que ofrecer. Si venís un fin de semana puede que sea suficiente para ver Palma, su capital, pero no para ver el resto de la isla y creedme cuando os digo que el verdadero encanto de Mallorca se encuentra recorriéndola de norte a sur y de este a oeste. Sin embargo, voy a intentar hacer un compendio de lo que para mi sería imprescindible para que os vayáis con un muy buen sabor de boca tras un primer contacto con la isla.
Antes de nada permitidme haceros 2 recomendaciones que cambiarán vuestra experiencia por completo: alquilad un coche y ¡no vayáis en verano!
Dicho esto ¡empecemos! 🙂
Descubriendo Palma
Si pasáis un día en Palma, pasear por su empedrado casco antiguo es un “must”. Os propongo que empecéis el día con energía degustando los tradicionales postres mallorquines en Can Joan de s’Aigo. Existen 3 locales actualmente (1, 2 y 3) que abren de las 8 de la mañana a 9 de la noche, por lo que es ideal tanto para desayunar, como para merendar o simplemente hacer una pausa en un local con autentico carácter mallorquín y sin precios desorbitados, lo cual es de agradecer. Mi recomendación personal: ensaimada, gatò, helado de almendra mallorquina y si vais en invierno no puede faltar un chocolate caliente.
Caminad por sus estrechas calles adoquinadas absorbiendo la esencia de lo que fue Mallorca en la Edad Media y dirigíos hacia la catedral-basílica de Santa María (La Seu). De estilo gótico y construida entre los siglos XIV y XVI se alzó sobre la antigua mezquita de Medina Mayurca tras la reconquista por orden del rey Jaime I. Sin embargo, el campanario de la antigua mezquita se conservó para la actual catedral ya que lo consideraron de extrema belleza. Además, es la catedral gótica con el rosetón más grande del mundo (conocido como “el ojo del gótico“), así como la tercera nave gótica más alta después de la de Beauvais y la de Milán. La nave y sus capillas adyacentes han sido reformadas en numerosas ocasiones, entre estas una que llevó a cabo el mismo Gaudí y que nunca terminó, o la controvertida capilla de Barceló. Si no os limitáis a visitarla desde fuera y entráis, veréis que por dentro impresiona mucho. ¿Queréis saber un dato curioso? La catedral de Palma es una de las pocas que se refleja en el mar y es que depende de la perspectiva podréis verla reflejada en el pequeño lago que forma el agua del mar en frente de la catedral.
Desde esta zona podéis visitar los antiguos baños árabes o dirigiros hacia el paseo marítimo y acceder al antiguo edificio de La Lonja, obra maestra del gótico en Mallorca e icónica por sus “palmeras”, manera en la que se conoce por los Palmesanos a la forma que adquiere el conjunto de columnas y sus bóvedas.
Podéis seguir vuestra visita por la capital Palmesana dirigiéndoos hacia el Es Baluard, museo de arte moderno de la isla, donde los viernes el precio de la entrada es la voluntad a partir de 0,10€. Allí podréis disfrutar de la espectacular panorámica que hay del casco antiguo desde sus terrazas superiores. Si tenéis la suerte de visitar la ciudad durante el solsticio de invierno podréis observar que, desde unos días antes del mismo y hasta unos días pasado dicho evento, durante el rato que el sol atraviesa el rosetón, lo hace de tal manera que también atraviesa el rosetón al otro lado de la nave impregnando las fachadas del casco antiguo de un juego de luces de colores impresionante. Esto no se ha de confundir con el evento del 8, otro efecto de luces que tiene lugar en la catedral, pero en su interior, haciendo que un rosetón se refleje debajo del otro formando un 8 los días 2 de febrero y 11 de noviembre.
Ya que estáis por la zona del paseo marítimo podéis hacer una pausa en el Bar Varadero, ubicado en el muelle y sobre el mar con unas vistas espectaculares de la catedral. Merece la pena visitarlo al atardecer cuando el Palacio de la Almudaina y la Catedral se iluminan. El lugar ha perdido calidad con los años y los precios han ido subiendo, pero aún así sigue teniendo una relación calidad precio decente para el turista medio (vamos, que no perderéis un riñón por pedir un café 😉 )
Palma tiene muchos más atractivos de los que podría hablar sin parar durante días, pero para una visita de fin de semana no podéis marcharos sin subir al Castillo de Bellver, cuyo nombre viene del catalán antiguo Bell Veer (bellas vistas) y dejad que la historia os envuelva con vistas al Mediterráneo. Esta fortificación, también de estilo gótico, se alza 112m sobre la ciudad de Palma. Su principal característica es que se trata del primer castillo de planta circular del mundo y uno de los pocos de Europa, o lo que es lo mismo un pionero 😉 En él se encuentra el Museo de Historia de la ciudad de Palma. El precio de la entrada es de 4€, que está muy bien de precio, pero si os lo queréis ahorrar sabed que los domingos la entrada es gratuita, eso sí… ¡se peta! Es una visita obligatoria, además que la visita permite el acceso a la azotea y la vistas son dignas del Bell Veer, así que confiad cuando os digo que la visita merece la pena porque la escena no tienen precio. Desde allí arriba podréis ver el puerto, la ciudad de Palma, la Sierra de Tramuntana y el Pla de Mallorca, panorámica 360º (es lo que tiene que sea circular 😀 ).
Os podría seguir recomendando lugares que visitar en Palma, pero en vez de un fin de semana necesitaríais una semana entera para verlo todo (y no lo veríais todo). Así que no le voy a quitar mérito a lo preciosa que es la isla y vamos a seguir con una pequeña ruta por la Sierra de Tramuntana, patrimonio mundial de la UNESCO, para que no os perdáis ni un poquito de la esencia mallorquina. Y aquí es donde entra en acción el coche.
Descubriendo la Sierra de Tramuntana
La Sierra de Tramuntana se puede visitar en transporte público gracias a un servicio de autobuses de la empresa TIB, o en el caso de Sóller con un emblemático tren de madera del siglo XVIII. Sin embargo, estos pasan con poca frecuencia y el precio del billete no es precisamente barato ya que varía dependiendo de adónde vayas. Por ello, el coche es una opción mucho mejor, probablemente si cogéis una buena oferta os salga más económico y además, os dará la libertad que los horarios de autobuses no os darán.
Empezad vuestro segundo día en la isla con alegría. Salid temprano hacia Valldemossa y descubrid la belleza de la Tramuntana, donde el compositor Chopin junto con su mujer, la escritora francesa George Sand, y sus hijos decidieron mudarse en 1838. Allí podréis degustar coca de patata en Ca’n Molinas, bollo típico del pueblo. Pasead por sus preciosas calles, veréis que la mayoría de fachadas están adornadas con plantas y flores y muchos portales tienen azulejos representando escenas de la Santa Catalina Tomás, una santa del siglo XVI nacida en Valldemossa. El pueblo cuenta también con un par de miradores, uno en la carretera antes de acceder al pueblo y otro, aunque no tan bonito, dentro del pueblo que se encuentra junto al restaurante Troya. Si vais a Valldemossa no podéis iros sin haber paseado por el pequeño jardín del Rey Juan Carlos frente a la Cartuja, que destaca por su precioso campanario de azulejos turquesas. La cartuja, que también es un museo, se puede visitar por dentro y la entrada cuesta 9€.
Seguid vuestro camino por la sierra poniendo rumbo a Deïà y haced un alto en el camino en Sa Foradada, un precioso mirador con vistas a su península homónima, a la que se puede bajar con una agradable excursión de unas 2 horas bastante sencilla y que es apta para niños. Abajo hay un chiringuito de playa en el que se puede comer durante los meses de verano y también hay una pequeña cala en la que poder bañarse antes de volver a subir. Si os gustan las experiencias más relajadas también tenéis la opción de visitar la impresionante possessió barroca de Son Marroig. Durante los meses de verano, en el mirador abren un bar donde podéis tomaros algo durante la espectacular puesta de sol.
Después de esta imprescindible parada seguid hasta Deïà, uno de los municipios más pequeños de la isla pero que tiene un auténtico aire mediterráneo, y dad una vuelta por sus históricas calles llenas de cultura que a tantos artistas enamoraron. Un ejemplo de sus renombrados residentes fueron el escritor Robert Graves y su famosa cita “¿debería ir a vivir a Mallorca? Solo si eres capaz de soportar el paraíso“, el compositor Manuel Falla o el arqueólogo William Waldren. Deïà es un lugar perfecto para hacer senderismo ya que dispone de varias rutas. Una de ellas, muy sencilla y apta para niños, de tan solo 30 minutos (no sé ni si se le puede considerar ruta senderista de lo cortita que es…) que baja desde el pueblo hasta su bellísima cala de rocas, que en verano tiene un par de chiringuitos en las rocas que con unas vistas envidiables.
Podéis terminar este día de ruta por la sierra en el precioso pueblo de Sóller y disfrutar de la impresionante fachada de la iglesia de San Bartolomé que tiene una mezcla de estilos artísticos, pasando desde el gótico, al barroco y al modernista, debido a sus varias remodelaciones y reconstrucciones. Esta construcción ha sido digna de estar en portadas de novelas tan famosas como “Un Mundo sin Fin” de Ken Follet. Junto a la iglesia se encuentra el Banco de Sóller, de estilo modernista y realizado por Joan Rubió i Bellver, discípulo de Gaudí que también contribuyó a una de las remodelaciones de la iglesia. Sóller es famoso, aparte de por su preciosa iglesia, por su tren barroco. Se trata de un tren de madera del siglo XVIII que sigue funcionando y va desde Plaza España en Palma centro hasta Sóller, haciendo una pequeña parada de 15 minutos en el mirador de Buñola. Dentro del pueblo también existe un precioso tranvía de madera que recorre el pueblo y baja hasta el puerto. El tren y el tranvía no son baratos, pero es una experiencia muy bonita si alguna vez decidís pasar más tiempo en la isla. El listado de precios y horarios actualizados lo podréis encontrar aquí. Los jueves y los sábados se celebra en la plaza de la Constitución un mercadillo semanal que si tenéis oportunidad de asistir os recomiendo que vayáis. Por último, no podéis marcharos del pueblo sin probar sus famosos helados. El típico de la zona es el de mandarina, así que si lo probáis ya me diréis qué os parece; que a mi como no me gusta la mandarina siempre lo cojo de limón 😀
Una alternativa, si preferís prescindir de los pueblos, es pasar de largo Sóller y seguir hasta Sa Calobra. La carretera para llegar hasta allí serpentea hasta tal extremo que vira sobre sí misma. Puede asustar porque tanta curva bajando por acantilados impresiona, pero es una carretera ancha y muy bien asfaltada, así que no hay peligro si vais despacito y con calma. Al llegar abajo hay una zona con parquímetro, no especialmente barato, pero no hay otras opciones. Al llegar allí veréis una playita entre las rocas, pero la parte más bonita (desde mi punto de vista) aún está por llegar. Seguid el paseo que bordea la playa hacia la derecha, bordearéis el acantilado y entraréis en una pequeña gruta. Al salir de esta pequeña cueva estaréis en la desembocadura del Torrent de Pareis. Si el torrente lo permite, cruzadlo y dejad que os sorprenda lo impresionante que es la pequeña cala que veréis frente a vosotros flanqueada por dos inmensos acantilados. Si tenéis la suerte de llegar a la puesta de sol, ¡podréis llevaros una imagen de postal!
Si os va más la playa
Si preferís hacer un día de playa en lugar de recorrer la montaña y sus pueblos históricos, os recomiendo dirigiros al sur de la isla. Entre los municipios de Llucmajor y Santañí encontraréis playas que nada tienen que envidiarle al Caribe, pero intentad evitarlas en temporada alta porque se abarrotan. Probad a ir en septiembre o incluso principios de Octubre que aún hace muy buen tiempo y os encontraréis menos de la mitad de afluencia, haciendo que la experiencia sea mucho más agradable.
Dónde comer en Mallorca
En la isla la oferta gastronómica es abundante, si queréis probar la comida local es muy común desayunar un Llonguet. Uno de los mejores que he probado lo hacen en el Café Passeig, en Esporlas, un pueblo a la entrada de la Sierra de Tramuntana.
La cosa va de pan, pues en Mallorca es muy típico cenar (o comer si lo preferís) un Pa amb Oli (literalmente: “pan con aceite”). Es básicamente, pan de harina de Xeixa mallorquina, con tomates de ramillete, aceite de oliva, sal y embutidos típicos de la isla. Se le pueden poner otros embutidos, pero ya que estáis por qué no probar el queso mahones, la sobrasada, el camaïot o los botifarrons (si son picantes ¡mejor!). Un sitio que recomiendo mucho es Sa Llimona, en el emblemático barrio de Santa Catalina. Este lugar lleva toda la vida haciendo pa amb olis y te lo sirven para que te lo montes tú. Te traen una cesta de pan tostado, el aceite, la sal, el tomate, ajo, guindilla, ensalada, y los embutidos. Si os quedáis sin pan podéis pedir más gratis y el precio no llega a 15€ por cabeza (bebidas incluidas).
En Santa Catalina tenéis un millón de opciones para comer, unas más caras y otras más baratas, ya que es el barrio gastronómico por excelencia. Allí encontraréis el Mercado de Santa Catalina con puestos de vendedores locales y otros que ofrecen experiencia gastronómica. Una buena opción para tapear. Y hablando de Mercados, también tenemos el Mercado gastronómico de San Juan, un mercado gastronómico que abre de 12:00 a 0:00 y todos sus puestos son bares o restaurantes, que además tienen una presentación que os querréis comer todo lo que ofrecen.
Si queréis cenar ligero o simplemente una caña, una tapa y a dormir, podéis ir a Ca’n Terra cerca de Plaza España. El mecanismo es sencillo, pides bebidas y si solo quieres tapas vas a la barra y eliges la que quieras y ellos te la sirven. Luego pagas por la cantidad de palillos que tengas en el plato. Cada tapa vale 1’70 y podréis encontrar gran variedad. Los productos que utilizan son buenos y las hay desde algunas muy sencillas a otras muy elaboradas, pero deliciosas todas. Aunque si queréis también sirven raciones que tienen en carta.
COVID-19
Ahora con el COVID-19 el tema de viajar es un asunto peliagudo, por lo que os dejo las recomendaciones ofrecidas por la oficina de turismo del Gobierno Balear para viajar a Mallorca de forma segura. Lo podéis comprobar aquí.
Bueno y hasta aquí mis sugerencias, espero que os sirvan para planificar una ruta por Mallorca de fin de semana. ¿Habéis estado? Si es así, ¿que os parece la ruta? Y si no, ¿tenéis ganas de explorar este pequeño trocito de las Baleares? Pronto irán llegando más cositas sobre la isla en la que me he criado, así que estad atentos. Recordad que cualquier cosa, dudas, sugerencias o comentarios las podéis dejar abajo en el post o escribirme por email.
¡Nos vemos pronto!
Vagi bé
Lidia